Hablar hoy de Defensa y Justicia es referirse a un equipo
afianzado en Primera División, con títulos internacionales, con nueve participaciones initerrumpidas en Copas organizadas por CONMEBOL, con jugadores que
vistieron su camiseta y hoy son campeones mundiales con Argentina. No existe hincha
de fútbol latinoamericano que no sepa identificar sus colores y que Florencio
Varela es su casa. Sin embargo, todo este prestigio obtenido estuvo a un
segundo de ser solo fantasía irrealizable.
Hubo un partido que fue un antes y un después, que marcó la
historia del Halcón para siempre. Un encuentro de un valor incalculable, mucho
más importante –permítanme decirlo- que la final de la Sudamericana con Lanús o
la epopeya conquista en San Pablo en la épica final con Palmeiras por la Recopa,
porque sin el resultado de ese partido ninguna de estas conquistas quizás, hubieran
ocurrido.
Era un 3 de junio de 2006 y Defensa vivía su momento más dramático
en la B Nacional desde su ascenso en el 97. El equipo que dirigía el gran Rubén
“Negro” Agüero jugaba la revancha de la promoción contra el Deportivo Morón
para evitar volver a la B Metro.
Ya haber jugado la promoción era un regalo. Luego de un muy
flojo Clausura, el Halcón se salvó del descenso directo en la última fecha tras
empatar en el minuto 51, 1-1 con San Martín de San Juan con el gol de Jesús Nievas
tras un cabezazo del arquero Guillermo Hernando que fue al área contraria a
buscar y encontrar la heroica.
Sin embargo, un partido que parecía favorable por la ventaja
deportiva y el 1-1 conseguido en el juego de Ida en el Viejo Francisco
Urbano, se iba a tornar en una pesadilla con el correr de los minutos.
El gol tempranero de Rubén Ferrer pronto iba a quedar
sepultado por los dos goles de un intratable Damían Akerman y otro tanto de
Ceferino Denis que ponía 3-1 a la visita y mandaba al descenso al conjunto de
Varela.
El Gallo se iba a cansar de desperdiciar goles, sobre todo
en los pies de Adrián Guillermo, un delantero que surgió en Boca y que apresuradamente
se tildó de “crack” por el periodismo vendehumo de siempre.
Morón parecía tener su ascenso en el bolsillo, era más que
el local. Para colmo a Lucas Godoy le anularon un gol lícito por offside. La tarde se volvía oscura y amarga, el Defe parecía condenado. Ante este panorama, pocos gurúes del fútbol hubieran apostado a la remontada del Halcón
cuando el marcador daba dos goles de ventaja al conjunto del oeste llegados al
minuto 90.
Federico Beligoy, árbitro de ese partido, adicionaba 4
minutos más que parecían a esas alturas, los últimos de Defensa en la B
Nacional. Pero algo pasó.
La mística del Halcón nació en ese preciso momento de
desesperación, de rezo a todos los dioses, de esperar un milagro para torcer un
destino trágico que parecía ineludible.
Mario Saccone sacó un tremendo centro desde la izquierda
para que Marcos Ramírez conectará el cabezazo que se transformaba en el esperanzador
3-2 a los 47 minutos ¿Habría tiempo para algo más?
Inmediatamente en la siguiente jugada y con todo Morón
metido atrás, Ferrer recibiría una falta en la puerta del área y el futuro de
Defe se resumía en un tiro libre.
A partir de ee día, todo fue alegría para Defe. Ascenso histórico a Primera y ddos copas internacionales.
El dramatismo que se vivió en ese segundo que duró una
eternidad no se puede describir. Los jugadores de Morón protestando eufóricamente,
la gente en las tribunas alentado hasta la disfonía, los jugadores del Halcón
poniendo toda su fe en los pies de Ezequiel Miralles que parecía extraerse del
intenso nerviosismo que se degustaba en Varela. Era esa pelota y se terminaba. Hernando volvió a ir a
buscarla en el área contraria, el rival que metía 8 de sus 11 jugadores en la
barrera, un árbitro que se señaló el reloj indicando que era la última del
partido. Era a todo o nada.
Y el 10 la clavó en un ángulo… la explosión de júbilo se sintió hasta Morón.
El Tito Tomaghello era testigo de la hazaña más grandiosa de los últimos años.
Defensa iba perdiendo 3-1 en el minuto 90 y lograba en el minuto final, dos
goles para empatarlo y mantenerse en la categoría. Épico por dónde se lo mire,
emotivo hasta las lágrimas para los que tienen su corazón pintado de
verdeamarillo.
Sin dudas que la historia hubiera sido distinta si la pelota
hubiese tomado otro rumbo, si esos eternos guerreros no hubiesen dejado el
alma hasta el pitazo final, si no se hubieran puesto la camiseta en la piel, como un hincha más. Ese partido fue el puntapié que dio nacimiento al
actual presente que hoy disfruta Defensa y Justicia y esa fecha quedó inmortalizada como el "Día del Hincha" por esa multitud que alentó siempre y jamás dejo de creer en sus jugadores.
Aquella epopeya merece ser recordada por siempre, está a la
altura del ascenso a Primera o las dos copas internacionales que tiene el club
y los trofeos por venir. Por qué aquella tarde ante Morón surgió la mística del
Halcón, nació el gigante de Varela, el nuevo Capo del Sur.
Joel Landeira
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