Feliz día, hijo

En el Día del Niño, Racing Club le ganó por sexta vez consecutiva a Vélez Sarfield y estiró su paternidad sobre el equipo de Villa Luro.

Racing encontró en la noche del domingo su primera sonrisa de la temporada. No le había salido ni con River ni con Atlético Tucumán pero sí logró hacerlo con Vélez en el Cilindro. Con momentos de brillo y con jerarquía para marcar la diferencia, la Academia se impuso por 2 a 0, se reencontró con la victoria después de cinco encuentros y demostró ante sus hinchas que apunta a dar pelea en todos los frentes.

Eduardo Coudet sonrió cuando apenas iban tres minutos. La presión alta, un rasgo bien propio del estilo con el que busca construir un equipo protagonista, le permitió sacar ventaja antes de que el partido se armara. Licha López recibió de Gustavo Bou, enganchó para su zurda y remató en busca del primer poste. Un desvío con fortuna lo ayudó y la pelota se coló ante la mirada de un arquero que no alcanzó a reaccionar. El conjunto de Gabriel Heinze no alteró su recete y siguió empecinado en progresar en el campo por abajo. A pura intensidad, con Matías Zaracho parado por delante del volante central, Racing ahogó y ahogó y pudo haber lastimado alguna vez más. Sólo cuando consiguió esquivar esa primera línea de marca pudo Vélez arrimarse a la zona de Gabriel Arias. La visita tampoco dejó espacio para jugar y los envíos largos terminaron funcionando como la mejor alternativa para los locales. Bou se las arregló para complicar por todo el frente de ataque y Ricardo Centurión, recostado contra la derecha, desniveló cuando recibió con algo de comodidad.

Todo varío en la segunda mitad. ¿La mejor muestra? La sonrisa de Coudet se fue diluyendo a medida que la historia se nublaba. Convencido del camino de la tenencia, Vélez se adueñó de la pelota y se plantó en campo contrario. Buscó por un lado y por el otro sin que la urgencia lo encegueciera. Racing, al igual que en Tucumán, se retrasó en el terreno y apostó a que la jerarquía individual le solucionara lo que el juego colectivo no le resolvía. Al ritmo de Centurión, los de celeste y blanco corrieron cada vez que recuperaron. En ese escenario de tensión, Arias tuvo que aparecer con una doble atajada para evitar el empate. Augusto Solari reemplazó a Eugenio Mena sin que lo táctico se modificara. Necesitado de lucidez en la mitad, Pol Fernández ingresó por Bou y Centurión se ubicó cerca del capitán.


Con alguna zozobra pero decidido a atacar el espacio, Racing se agazapó y aguardó la oportunidad. Le llegó a los 37 y fue Fernández el que definió con calidad para finalizar con efectividad el contragolpe. La entrada de Jonatan Cristaldo, con el duelo terminado, sirvió para que Centurión escuchara la ovación que la gente quería darle. De ahí hasta el final, la Academia respiró con la tranquilidad que sólo entregan los triunfos. Falta poco para la revancha con River y acumular sonrisas, como la de Coudet cuando recién arrancaba el partido, es fundamental para continuar soñando.

Prensa Racing

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