Todavía respira

Arsenal volvió de atrás para empatarle a Vélez y sumar un punto de poca utilidad en una lucha por permanecer que se hace cada vez más difícil de sostener. Mauro Zárate, de penal, adelantó al Fortín, en tanto que Diego Chaves marcó para el Viaducto.

En un partido muy disputado que fue de menor a mayor, y tal como lo dijo Rondina después en rueda de prensa, Arsenal peleó más el partido de lo que pudo jugarlo. En esa dinámica, el empate representó más el haber salvado una nueva derrota que el haber estado cerca de ganar. En un primer tiempo muy flojo por parte de ambos, en el que la pelota fue y vino -con el aliciente adicional de un viento insoportable- y ninguno de los dos prevaleció claramente, Vélez encontró alguna situación aislada, como el remate de Zárate tapado por Santillo con los pies. En ese contexto, llegó un error puntual en defensa que terminó con un penal a favor del visitante por mano de Cardozo. Esta vez Zárate no desaprovechó la situación y Vélez, sin demasiado, se puso arriba.

Sin embargo, antes del descanso y cuando los ánimos del puñado de hinchas del Viaducto se empezaban a caldear, el dueño de casa encontró el empate. Antilef tomó una pelota dividida y ubicó el desmarque de Chaves, quien fulminó a Rigamonti con su derechazo. Arsenal había buscado, con muy poco éxito, generar peligro mediante la verticalidad y finalizando las jugadas por los sectores opuestos. Es por esto que el empate, más allá del lógico alivio por el mal partido que estaba jugando Arsenal, debió contentar a Rondina. Ya para la segunda parte el duelo se hizo más de ida y vuelta en los primeros minutos, y si bien el Viaducto sufrió más de lo que dominó, también pudo haber marcado en un par de ocasiones. Un tiro libre de Rolón atajado por Rigamonti y una buena ocasión de Purita, que recibió de Drocco pero no pudo superar con su remate al arquero visitante fueron lo más importante de los de Sarandí, que se fueron quedando sin nafta ni ideas a medida que los minutos avanzaron.

Vélez, en la sumatoria, fue más, y tuvo mejores ocasiones en ese segundo tiempo en el que Arsenal tuvo algunos problemas por los costados, sobre todo el flanco defendido por Purita. Zárate y Vargas entraron en juego un par de veces y generaron dos ocasiones muy claras, ambas definidas por éste último y salvadas por un Santillo muy inspirado bajo los tres palos en el día de hoy. Durante los últimos quince minutos la pelota le duró muy poco en los pies al local y Rondina optó por Papa y García para intentar recuperarla ante la arremetida final del Fortín, que dejó una mejor imagen en el final e incluso pudo habérselo llevado si Cáseres encontraba el arco con su definición a minutos del epílogo. Fue final en Sarandí, un 1-1 que no le sirve demasiado a ninguno aunque alarga un poco más la agonía del Viaducto, que todavía puede luchar por el milagro en su visita a Chacarita dentro de dos semanas.


Un encuentro extraño, que encontró a Arsenal aún más diezmado de lo que suele presentarse debido a las cuatro bajas obligadas para este partido, más una nueva ausencia de Wílchez, el ancho de espadas, por lesión. Teniendo en cuenta eso, se puede hablar de una respuesta aceptable por momentos, aunque hubo pasajes en los que el Viaducto presentó demasiados errores a la hora de progresar con la pelota, errores que conspiran contra las intenciones del equipo y lo exponen defensivamente cuando pierde la posesión. Las labores de Quintana y González son como para rever su presencia en el once, mientras que la entrada de Schmidt -a diferencia de algún otro partido- no aportó en el circuito ofensivo. Para rescatar queda el trabajo de Santillo, algunas buenas intervenciones de Antilef, la voluntad de Chaves pese a alguna mala decisión y la respuesta de Rolón ante la oportunidad que se le dio de ser titular. El tiempo sigue corriendo para el Viaducto y queda ya lo último para evitar lo que parece inevitable. Rondina, ya con su plantel un poco más entero, tendrá quince días de trabajo de cara al duelo con Chacarita, en el que Arsenal deberá ganar sí o sí para seguir aferrado a una leve esperanza.

 Juan Sáber

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