Le dejó roto el invicto

Se debía una alegría así. Necesitaba un envión de esta índole. Precisaba sacarse de encima el mal momento. Racing, que todavía no había ganado de visitante en el torneo, que venía de capa caída, mostró solidez y efectividad y se impuso por 2 a 1 en la Bombonera. Con Lautaro Martínez como figura descollante, la Academia festejó ante el único líder del torneo, regresó a la senda de la victoria cuando más falta hacía y se recuperó de cara al clásico del próximo fin de semana con Independiente.



Desde el pitazo inicial, el equipo supo qué partido estaba jugando. Concentrado para no dar ventajas, atento para neutralizar las virtudes del rival, Racing se le plantó al puntero del campeonato y no se resignó a ser un simple espectador del encuentro. Diego González aportó intensidad para interrumpir en el arranque de la gestación y los defensores se las arreglaron para batallar contra las cartas bravas del dueño de casa. Lautaro y Enrique Triverio, lúcidos para encontrar espacios, complicaron recibiendo alrededor de Wilmar Barrios.



De hecho, el gol llegó por esa vía: cuando el reloj marcaba 36, una combinación entre los de arriba le permitió a Martínez convertir con una definición exquisita. Enseguida, casi sin sentir el golpe, el conjunto de Guillermo Barros Schelotto encontró el empate: de penal, a los 40, Darío Benedetto igualó para que todo comenzara de nuevo.



Lejos de sentirse intimidado, Racing no retrocedió y mantuvo la agresividad para no dejar que se le vinieran encima. Y contó, además, en un escenario relativamente cómodo, con un jugador de enorme jerarquía como Martínez. Ya no como goleador sino ahora como asistidor, el bahiense lanzó un pase magistral para el pique de Augusto Solari y el mediocampista, a la carrera, cuando iban ocho minutos del complemento, estampó el segundo de zurda.


Había que meter para no bajar el ritmo y Diego Cocca hizo ingresar a Brian Mansilla por Andrés Ibargüen. Cosa lógica, empujado por la circunstancia, Boca se adelantó y obligó a que el desarrollo se trasladara a las inmediaciones de Juan Musso. Matías Zaracho reemplazó a Solari y Marcelo Meli, a González. Ya en el descuento, el arquero apareció para ahogar el empate y sentenciar el triunfo.



Con el corazón desbordado, Racing se vistió de verdugo cuando pocos lo esperaban. Quedó clarísimo en la tarde del domingo: la Academia no es menos que nadie y tiene un corazón gigante.

Prensa Racing

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