Ni yo, ni vos

El fútbol reconoce múltiples explicaciones y casi ninguna es lineal. Un partido puede acabar con cualquier resultado, sin que ello implique que el desarrollo haya estado acorde; o pegar giros imprevistos una y otra vez, convirtiéndose en una moneda al aire. Banfield e Independiente empataron 1 a 1 en uno de estos últimos: extraño, difícil de contar y de entender. Con un tiempo, el primero, donde pudo golear el local; y otro, el segundo, que estuvo muy cerca de acabar teñido de rojo.

La mala noche de Pablo Hernández desencajó todas las piezas desde bien temprano. Para empezar, el chileno nacido en Tucumán salió con demora a la cancha. Sus compañeros ya estaban levantando los brazos en el círculo central cuando llegó corriendo para sumarse a la fila. Cinco minutos después llegó tarde a un anticipo, cruzó a Kalinski y vio la amarilla. Sesenta segundos más tarde sacó un tiro libre con la pelota en movimiento, Silvio Trucco mandó repetirlo y Hernández levantó el brazo en una queja exagerada. A los 10 hizo bingo: arriesgó de manera imprudente en una barrida sobre Cecchini y segunda amarilla. A partir de ahí arrancó un partido diferente.



Independiente había arrancado el encuentro con actitud dominante, pero se trató de una tormenta de primavera. La tarjeta roja provocó un cortocircuito general del que no regresó en todo el primer tiempo. El gol de Cvitanich a los 21, tras una buena diagonal del pibe Bravo, desacomodó del todo al Rojo, que a partir de entonces se desentendió incomprensiblemente del partido.

De pronto y casi sin darse cuenta, todo se puso a favor del Taladro. Sin nadie que se le opusiera, Adrián Calello se adueñó del mediocampo, Bertolo y Bravo comenzaron a lastimar por el lado del desasistido Bustos (por ese lado llegaría el tanto local), Cecchini hizo valer su buen pie y si la mejor noticia para Independiente fue irse al vestuario perdiendo solo 1-0, la peor para Banfield fue no aprovechar mejor el mutis por el foro de su rival. La falta de determinación del local empezó a costarle cara en cuanto volvieron del descanso. Habrá que averiguar qué dijo Holan para sacudir la modorra de los suyos, pero el segundo tiempo devolvió un equipo diferente, más metido en el juego, con los dientes apretados y recuperando el orden extraviado.

La supremacía de Banfield se evaporó en la noche, nadie volvió a acordarse de la superioridad numérica y las oportunidades se fueron sumando en el área de Arboleda. Domingo remató demasiado alto la primera acción combinada del Rojo en el partido a los 51 y el arquero colombiano le tapó el empate a Silvio Romero a los 53, hasta que Gigliotti definió con clase una cortada de Benítez a los 56.


El Puma, goleador de la Superliga con 5 tantos, llevaba siete minutos en la cancha. Había ingresado por un Ezequiel Cerutti que merece un párrafo aparte. Cualquier parecido de este Pocho actual con aquel que desbordaba a cuanto rival se le pusiera adelante en San Lorenzo es pura casualidad.

 La presencia del 9, que reclama a gritos la titularidad en la revancha ante River por la Copa, estimuló la levantada de sus compañeros y sacó a relucir la flojedad de la propuesta de un Taladro que ya tenía la cabeza en el partido del jueves contra Defensa y Justicia.

Pero la historia no se iba a modificar. Fue 1-1 para Banfield e Independiente, por momentos pudo ser del Taladro, por otros del Rojo, por eso el empate quedó bien.

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