Adiós gran guerrero

Te voy a contar una historia de un guerrero, para que se les cuentes a tus hijos y a tus nietos el día de mañana, para que sepan lo grande que es, lo que logró conseguir. Que le comentes de aquel espartano esclavo de una familia, que se iba a la C, pero que su gente se movilizó, como tantas veces con la puta quiebra, y logró liberarlo.

Comenzó débil a los tumbos a dar pasos otra vez, con golpes al aire y sin mucha fuerza, aguantando un 4-3 con Fénix luego de ir ganando 3-0.

Pero llegó él. don Ricardo, con su paternal experiencia y su visión de maestro, entrenó al guerrero, lo nutrió de Ramos, Quiñones, Arregui, Cucco, Crivelli. De Tiki tiki Di Lorenzo, Sambueza, Giannunzio, Brandán y el Tonga Aguirre.

El guerrero se levantaba, luchaba y pegaba que daba miedo. Los gritos del Animal López hacían temblar a los rivales y la cabeza de Rojas sobre el final achicaron al frío calamar que termino devorado por las manos de Fede.

Pero el espartano no se conformó. Llegó a la B Nacional con una chance histórica de 10 ascensos y no la desaprovechó. Los goles tenían más rock con Grbec y Dinenno. La garra atrás de Bojanich y Roselli. La barrera de Oroná y la base en el Beranger como clave de la vuelta a Primera después de 27 años.

Sus enemigos, envidiosos de ese guerrero que en un año logró llegar a la máxima categoría, sin padrinos, sin ayuda de políticos o de manos oscuras que suelen tener los equipos de moda, decían que estaría un año: "Ya van a bajar", vociferaban con un nudo en la garganta.

Pero el guerrero siguió luchando, nunca le dieron una espada, al principió tuvo una lanza, después un simple garrote y finalmente, luchó a mano limpia.

La ida del maestro fue un golpe difícil de reponer, pero lo hizo ¿como no lo iba a conseguir? Hasta se dio el lujo de tener bajo sus pies a dos grandes como Racing y San Lorenzo. Si le complicó la vida a Boca, a River y a Independiente.

Con cada permanencia lograda, con cada festejo, el guerrero iba acumulando cicatrices. Lo que debieron cuidarlo, no le trajeron ni una curita. El tiempo dirá si pasaron de héroes a villanos o hicieron lo que pudieron. Lo cierto es que lo dejaron a pie, desnudo, lastimado ante rivales con sables y escudo, caballeros de armadura y a caballo.

Pese a todo, el guerrero siguió peleando, y con cada batalla, se iba desangrando, se iba muriendo... Hasta que finalmente en Mendoza, tres estocadas le dieron el doloroso adiós.

Allí está. Sé que lo ves. Está inmóvil, ensangrentado pero de pie. Allí estará el guerrero espartano que peleó solo sus peleas, como siempre, con el apoyo de su gente. Querido espartano gracias por dejar la vida, gracias por tantas alegrías, gracias por nunca venderte, porque lo que conseguiste, de tu puño lo tenés, nadie te regalo nada.

Cuando pase el tiempo y vuelvas la cabeza hacía atrás allí estará. Inerte con las lanzas en su cuerpo, con sus heridas sin cerrar. Su rostro es tu rostro. Su historia es la tuya. El dolor es enorme, las bronca es infinita y las lágrimas son inevitables.

Descansa guerrero de mi vida, me has hecho muy feliz. Descansa Temperley querido que me llenás de orgullo. Hasta que vuelvas a despertar y calles a tus enemigos. Hasta que escuches desde Turdera el grito de guerra que tu pueblo canta con la garganta enrojecida, el corazón acelerado y el puño apretado: ¡¡TEMPERLEY, TEMPERLEY, TEMPERLEY!! No hay nada más grande.

Mar Val


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