A mano en la ida

No fue la noche soñada pero vale, así vale. Así Recopa empatar, claro. Porque Independiente volvió a mostrar que sabe para dónde ir, que tiene una identidad, que puede ganar, igualar o perder pero que éste es el rumbo. Y tiene carácter, el mismo que demostró para ganar la Sudamericana y que se repitió en esta primera final contra Gremio. Porque cuando se comió dos mazazos seguidos en el PT (después de perderse situaciones), el gol de Luan tras un regalo de Amorebieta y la roja a Gigliotti, puso el 1-1 en la jugada más inesperada (tiro libre de Gaibor con ayuda de un brasileño), metió el gol que había merecido antes de quedar abajo y fue por más. Con uno menos fue al frente siempre, como le gusta a la gente. Fue intenso y presionó como si estuviera con 11.

Esta copa mano a mano con el último campeón de América no es una más. Más allá de ser un torneo internacional, es el que le puede dar el trofeo para alcanzar a Boca en los 18, nada menos. Y el Rojo mostró fútbol, mostró fiereza en todo momento. Desde principio a fin, aun estando con ese jugador menos, que ni se notó. Y apostó, mostró espacios para la contra y sufrió alguna, pero bienvenida esa frescura para jugar una final.

¿El empate sirve? En el contexto de lo que fue la noche, igual ilusiona aunque no sea fácil ganar en Porto Alegre. A favor es que el gol de visitante no influye, no obliga a Independiente a marcar ya que con un 0-0 habría definición por penales. Pero el Rojo tiene con qué superar a este Gremio que fue avaro y que no tuvo instinto deportivo asesino para buscar el golpe de KO cuando se puso arriba, que siempre esperó y buscó salir rápido, ése fue su juego.


Está claro que allá va a ser más difícil, que habrá que definir en un clima totalmente en contra y con un equipo que no va a regalar nada, porque ése no es su estilo, sino más bien esperar los momentos. La Recopa está abierta, no era el resultado que se buscaba pero vale el 1-1 por cómo se dio el partido y por la imagen que dejó. Gremio sabe que enfrente hay un rival más que respetable, que sabe a qué juega, duro de golpear y guapo. Si en la Sudamericana el equipo de Holan pudo sobreponerse a momentos difíciles, un final feliz en Brasil parece posible, por eso los aplausos de la gente en el final​. Difícil, complicado como cualquier final de visitante, pero posible.

Olé

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