Con toda la Santa fe

Allí se renueva la fe, por algo su nombre lleva esa palabra. Santa Fe es tierra santa, tierra prometida para Arsenal cuando de pelear el descenso se trata. En la penútlima fecha del Clausura 2011, un triunfo ante Colón en el Brigadier López había sellado su permanencia (esquivó definitivamente la Promoción). Hoy, casi seis años después y en una peor situación con los promedios, el Viaducto se vuelve a Sarandí tres puntos vitales de aquella provincia. Tres puntos que valen oro, que representan vida, ilusión y sobretodo, fe.



Esta vez, el rival fue un Unión que tampoco venía bien pero que igual significaba una parada difícil. Y el triunfo no sólo vale por ser fuera de casa, sino también por el contexto. En la previa perdió a Brunetta, una pieza fundamental, por lesión. Luego, durante el partido, debió hacer tres cambios obligados también por cuestiones físicas, uno de ellos su principal generador de fútbol, Lucas Wilchez. Así y todo, ante la adversidad de jugar sin sus figuras, supo sobreponerse, acomodarse a la situación y ganarlo aprovechando, con mucha precisión, una desatención del rival.


Fue un flojo primer tiempo, con una paridad acorde a la producción de ambos equipos. Unión avisó con algunos remates de media distancia de Cejas y Vadalá, pero no mucho más. Todos sus intentos se diluyeron en tres cuartos de cancha gracias a un Arsenal que estuvo bien parado, concentrado e impetuoso a la hora de marcar y cubrir espacios. Claro, justamente al conjunto de Sarandí también tuvo su deuda en la creación. 



Con Milo jugando de lateral por la rápida salida de Corvalán (una molestia física), la presencia de Bazán (mucha explosión pero poca pausa) le quitó claridad a un equipo que encima no pudo contar con la mejor versión de Wilchez, su manija para la generación de situaciones. Sin Brunetta, hubo pocas asociaciones y a los dirigidos por Humberto Grondona les costó poner a sus jugadores en posición de peligro.


La segunda parte arrancó con un tiro libre de Cejas que Santillo tapó muy bien. Pese a que se mantuvo la paridad y Arsenal no cedió en su intensidad y concentraicón, Unión se plantó un poco más adelante. Todo parecía sufrimiento cuando antes de la mitad de dicha etapa, Wilchez debió retirarse con un dolor en su pierna izquierda (ingresó Julio Rodríguez) y Marín unos instantes más tarde corrió la misma suerte (un golpe lo dejó muy sentido y se fue reemplazado por Maximiliano Calzada).


Tres modificaciones obligadas para Humberto y unos primeros minutos sin el enganche ex Tigre que hicieron esperar lo peor. El Viaducto casi no tenía la pelota y se retrasaba cada vez más. Sin embargo, fue cuestión de tiempo para adaptarse y comenzar a aproximarse a través de ataques más directos con participación de un Rodríguez que le dio el acompañamiento que necesitaba a Sánchez Sotelo. El pivoteo del paraguayo más el despliegue de Rolón y Bazán por los costados, le trajo complicaciones al Tatengue, y ahí se empezaron a ver algunos acercamientos interesantes del conjunto visitante. Rodríguez intervino dos veces con una palomita que pasó por arriba y con un remate lejano al que recurrió en una acción en la que pudo meterse en el área en soledad.


Faltaban poco más de diez minutos para el final cuando Renso Pérez le puso un exquisito pase desde mitad de cancha a Rolón que, para sorpresa de todos, partió totalmente habilitado en una diagonal que lo dejó sólo frente a Fernández. Aún con la pelota picando y con la cara interna del pie derecho, definió con soberbia para estampar el 1-0 que derrumbó al Tatengue.


Noche trascendental para el Arse, que sumó su segundo triunfo al hilo (tres si se cuenta el de Copa). Ganó y mete presión. Ganó y avisa que no hay que darlo por muerto antes de tiempo. Mucho menos cuando pisa su "Tierra Santa", donde siempre hay espacio para la fe y la resurrección. Ahora la cruz la lleva el resto y habrá que ver si se la aguantan.

Por Martín Vassena

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