Y un día, volvió a ganar

Arsenal ganó. Arsenal respira. Arsenal todavía vive. Fue con sufrimiento, como no podía ser de otra manera. Incluso estuvo a punto de hipotecar el partido más favorable de los últimos tiempos, pero hubo final feliz. Por la fecha 20, le ganó a Huracán por 2-1 en un encuentro que comenzó ganando en el Ducó con gol de Brunetta, pero que el Globo empató en el segundo tiempo con un jugador menos a través de Briasco. Sobre el final, cuando incluso parecía que se venía la noche, una corrida de Fragapane posibilitó que Sánchez Sotelo la mande al fondo para decretar el primer triunfo de este 2017 en el campeonato.

Un día se terminó la malaria. Un día tenía que cambiar la cara de una moneda que siempre caía del mismo lado. Arsenal ganó y lo hizo a su manera, incluso casi tirando solito a la basura tres puntos que estaban servidos en bandeja. Ya no importa. Hoy Sarandí festeja.


Ver un partido de Arsenal ya se volvió no apto para cardíacos. Sus presentaciones solían terminar en la decepción, aunque oscilaban en ciertos momentos con la ilusión y la esperanza. Esos cambios bruscos son los que, a los hinchas, nos genera un sufrimiento que no termina de sanar nunca.

Hoy, en el Estadio Tomás Ducó, la cosa no cambió. El Viaducto tuvo el encuentro más accesible de los últimos tiempos, porque Huracán salió a jugar sumido en sus propios problemas, muy parecidos a los del conjunto de Humberto Grondona que, al detectarlos rápidamente, se animó. Mientras el Globo era impreciso y no generaba peligro, el visitante se hacía dueño de la pelota y se acercaba con peso al arco defendido por Marcos Díaz.

Primero, un pelotazo para Rodríguez terminó con el delantero definiendo en el cuerpo del arquero y un rato más tarde, una buena triangulación entre Brunetta, Wilchez y Rolón dejó sólo a Velázquez que, entrando al área chica, fusiló a un Díaz que alcanzó a mandarla al córner.

El Arse era más y lo plasmó (¡por fin!) en el marcador, con un exquisito tiro libre de Brunetta al que el destino premió su gran pegada con un remate esquinado que el arquero alcanzó a tocar pero no pudo evitar que inflara la red.


Con el 1-0, el equipo de Sarandí manejó los tiempos del partido con autoridad. No pasó sobresaltos y hasta pudo estirar la ventaja con un increíble contraataque comandado por Rodríguez que terminó en la nada cuando eran tres jugadores celestes y rojos contra uno del elenco de Azconzábal. De esas jugadas que después se lamentan cuando el resultado es adverso.

Para el complemento, Huracán salió con más intensidad pero sin ideas claras. Y la cosa parecía torcerse aún más a favor del Arse cuando faltando poco más de 25 minutos el defensor Nicolás Romat vio la roja por doble amonestación. Con la ventaja númerica y en el marcador, todo se creía encaminado. Sin embargo, el Viaducto no pudo hilvanar ningun contragolpe y faltando quince minutos, un centro encontró la cabeza de Briasco para poner la igualdad.

Un baldazo de agua fría el 1-1 que incluso invitaba a esperar lo peor. Un rival que con once futbolistas no había llegado nunca con peligro al arco de Santillo, poblaba el área celeste y roja y amenazaba con llevarse puesto a un equipo que, golpeado, no reaccionaba.

Sin embargo, pese a que la justicia en el fútbol no existe, se hizo presente en el Ducó durante los últimos minutos. Faltando dos minutos, una pelota llegó hasta la zona del lateral y Mancinelli la creía controlada, sin embargo, Fragapane la corrió igual, le ganó en velocidad al defensor y una vez dominada, tocó atrás para la llegada del recién ingresado Sánchez Sotelo que definió con tranquilidad para estampar el 2-1.

Hubo cuatro minutos de descuento pero la cosa estaba sentenciada. Si, esa sentencia que tardó en llegar, o, mejor dicho, que Arsenal demoró solito. Fue masoquista, pareció disfrutar del sufrimiento para destabar la cuestión sobre el final.

Se podrán criticar mil cosas, pero la realidad es que poco importa como se dio este triunfo. Se necesitaba como el agua. Son tres puntos que representan un tanque repleto de oxígeno de cara a lo que viene. Sobre ellos se podrá construir y mejorar, pero hacía falta conseguir este cimiento. Ahora hay que seguir reforzándolo, desde la confianza y la seguridad de que se puede, de que seguramente se pierdan partidos, pero se ganarán otros.

Eso sí, habrá que estar preparados para sufrir. Como hasta ahora, como hasta el final. Lo que cuesta, vale. Quince años de gloria en Primera merecen todo el sufrimiento del mundo.

Por Martin Vassena

Comentarios