Fin de un maleficio

¡Al fin, viejo! Quilmes se quitó la mufa y le regaló a su gente una victoria que se extrañaba. Fue 1-0 ante Talleres de Córdoba con gol de Matías Orihuela.


Si jugó bien, si siguió cometiendo los mismos errores o si le faltó aquello o lo otro quedará para otro día. Lo importante era quebrar la maldita racha de siete partidos sin ganar que lo habían dejado en zona de descenso.

El partido fue un parto. Talleres llegaba con más facilidad y obligó a César Rigamonti a brindar esas atajadas que ya lo hacen uno de los mejores arqueros del torneo. Encima, Federico Andrada, el goleador que tiene el equipo, se iba a reirar lesionado en apenas 14 minutos de juego -lo reemplazó el pibe Ignacio Bailone que debutó- La cosa parecía presentarse oscura.

Palacios se iba a transformar en un peligro para Quilmes cada vez que remataba al arco, el travesaño y Rigamonti le dijeron que no en un par de oportunidades al delantero.

Hasta que a los 18 del complemeto se desataba la euforia: Una gran pelota que manejó Rodrigo Contreras por derecha, mandó el centro rasante para la llegada desde atrás de Orihuela que metió un sablazo para el 1-0.
Luego a sufrir. Talleres se fue con todo en busca de empatar y Quilmes tuvo que luchar con los de Kudelka y sus propios fantasmas. Se quedó con 10 por expulsión de Maximiliano González y lo aguantó. Aguantó como viene aguantando la presión de no conseguir resultados, y lo ganó.

Con el final, una mezcla de alivio con frenesí estalló en el Centenario. Primera victoria de la era Díaz para comenzar a construir una idea de fútbol y tener, después de mucho tiempo, una semana feliz.

Ganó Quilmes, señores, terminó con un maleficio. A seguir trabajando para no volver a caer en otro y dejar al cervecero en la categoría que merece su grandeza ¡Vamos Quilmes, carajo!

Texto: El Show del Sur
Fotos: Télam

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