Caída sin fin

Era y es cuestión de tiempo. Arsenal no mejora, no corrige sus falencias y sigue pagando el alto precio de competir en este crudo campeonato de Primera División con una quijada de cristal por la que todos los partidos termina en la lona.


Como Aldosivi, Rafaela y Patronato, su rival de la fecha 18, Estudiantes, no tuvo que hacer demasiado en la tarde de hoy en el Estadio Ciudad de La Plata para ganarle. Sólo le bastó con aprovechar la extrema fragilidad de un Viaducto que cada vez que lo cachetean lo hacen morder el polvo. Por eso, la inofensiva acción en la que Toledo quedó con la pelota de espaldas al arco con la marca de Curado, terminó en el gol que abrió la victoria pincharrata a los 15 minutos de juego. El delantero había tomado un rebote, el juvenil del Arse lo dejó darse vuelta, aunque en su flojo remate tuvo mucha responsabilidad el arquero Pellegrino, a quien la pelota le pasó por debajo del cuerpo.


Un gol que llegó de la nada en un contexto en el que incluso Arsenal había empezado animándose, aunque con la impericia de siempre que, entre otras cosas, le hizo desaprovechar un contraataque con superioridad numérica en el que Milo se terminó durmiendo y fue atorado por un rival.


Tras el 1-0, el conjunto de Humberto se fue un poco más hacia adelante e incluso hasta hizo méritos para llegar a la igualdad con un Brunetta muy preciso y clarificador, y un Milo que siempre fue opción con sus subidas. Pero faltó concretar. En el fondo, la impresión de siempre: cada ataque de Estudiantes podía terminar en algo serio, como el rebote mordido de Lucas Rodríguez que dio en el travesaño.


Aún esperanzado, el Viaducto salió con todo a jugar el segundo tiempo y propuso más en ofensiva. El máximo peligro lo tuvo en la mitad del complemento cuando Fragapane, tras un rebote, quedó mano a mano con Andujar y tardó en definir, por lo que el arquero le ganó el duelo. Punto de inflexión, porque tras el córner posterior, el Pincha sacó un contraataque letal que terminó con Solari definiendo junto al palo derecho de Pellegrino para sentenciar la historia con un 2-0 irremontable.


El resto, lo conocido: la desprolijidad y el desorden de un equipo que fue con más ganas que fútbol a buscar lo que en más de 70 minutos no había logrado. Impotencia pura y algo más, algo mucho más triste, como la discusión subida de tono entre Velázquez y Curado, con insultos y alguna mano que quiso otra intención. La imagen de la fecha, la imagen que retrata el presente de Arsenal, la de la impotencia.


Cuatro derrotas al hilo en el regreso de la segunda rueda y el fanstama del descenso que nos respira en la nuca. El escalofrío de la inminente situación en la que el nombre de Arsenal figure en la zona roja, entre los que descienden a la B Nacional, por primera vez en tantos años de una rica historia en la elite. Como dijo (polémico) Humberto hace algunas semanas y al final tenía razón: ya no importa Olimpo, ni Quilmes. El Viaducto es su principal problema. Es propenso al nocaut y cada partido, en lugar de cubrirse más, sale a jugarlo con la guardia baja. El final, entonces, no es muy difícil saberlo.


Por Martín Vassena

Comentarios