RACING

En un segundo eterno y conmovedor, justo cuando todo parecía terminarse, Brian Fernández saltó por encima de todos y puso la cabeza en el sitio exacto para empatar la historia y para dejar intactas las chances de Racing de meterse en la siguiente fase de la Copa Libertadores. Así, la Academia, en un partido en el que no expuso su mejor juego, empató 1 a 1 con Montevideo Wanderers en el Parque Central. La serie, entonces, se definirá en Avellaneda con una multitud alentando al campeón del fútbol argentino.
Nada que no pudiera imaginarse de antemano. Un duelo en el que cada cual apostó de entrada a lo suyo sin regalarle nada al otro. Ni siquiera un centímetro, ni siquiera una distracción. Convencido de su propuesta, confiado en su oficio para sobrellevar circunstancias difíciles, el equipo de Diego Cocca salió a plantarse de igual a igual ante un rival que pretendió tomar la iniciativa a partir del control de la pelota. La visita, siempre paciente para aguardar la oportunidad, esperó con dos líneas de cuatro hombres bien marcadas. Lejos de la zona custodiada por Sebastián Saja, Racing no se desesperó en un contexto de reiteradas imprecisiones y trató de cortar los circuitos de tenencia ajena. Con Diego Milito entre los once, las chances de lastimar quedaron, básicamente, concentradas en la sociedad de adelante.
Fue tenso el encuentro desde el inicio porque ambos conjuntos tenían muy en claro qué estaba en juego. Sin grandes emociones en las áreas, el primer disparo al arco lo ejecutó Ezequiel Videla a los 14 minutos. La respuesta no tardó en llegar: un zurdazo de Santiago Bellini desde la medialuna se fue por encima del travesaño. La Academia no se quedó atrás en ese cruce de amenazas y se arrimó dos veces antes de la media hora: primero, con un tiro de Oscar Romero a la salida de un córner; y, después, con un remate cruzado de Gustavo Bou que no salió lejos del poste derecho de Leonardo Burián. Sin embargo, la ocasión más nítida de la primera etapa la produjeron los locales a los 41. Los tremendos reflejos de Saja, ante un bombazo a quemarropa de Bellini, fueron los responsables de evitar la apertura del marcador. Instantes antes del descanso, un tiro de Marcos Acuña obligó al arquero a revolcarse. El empate parecía inamovible. Pero faltaba mucho todavía.
El complemento comenzó con la misma tónica. A Racing le costaba recuperar en la zona media y Wanderers avanzaba por afuera con sus tres delanteros. Y, sin que hubiera sucedido demasiado, la paridad se destrabó. Iban nueve minutos cuando Nicolás Santos recibió una descarga en el borde del área y, de derecha, convirtió. Obligado a cambiar, Cocca mandó al campo a Santiago Nagüel en lugar de Romero. El objetivo fue buscar velocidad para golpear por las bandas. Lejos de paralizarse, la Academia no dudó en adelantarse para ir por la igualdad y recurrió a la intensidad para generar peligro. Brian Fernández reemplazó a Milito y las cartas terminaron de ubicarse sobre la mesa. Había que intentar hasta el final.
No fue fácil. Los nervios por encontrarse en desventaja le nublaron el mapa de ideas a la visita, que se repitió en envíos frontales y en insinuaciones individuales. Así, en un contexto de mucha presión, Burián tuvo poca actividad. Pero Racing no se dio por vencido y fue. Y, cuando el reloj apretaba, fue y fue todas las veces que pudo. Hasta que halló el desahogo en una jugada inesperada: a los 41, Bou metió un freno bárbaro y envió un centro de zurda al corazón de área chica. Fernández, en medio de los centrales rivales, saltó más alto que todos y conectó para empujar de cabeza a la red. De ahí hasta el final, con la sonrisa puesta, hubo solamente que aguantar hasta el pitazo decisivo. La Academia se llevó un resultado que invita a mantener la ilusión.





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