Deuda saldada. Si demostrar en casa era una cuenta pendiente que
había que cumplir cuanto antes, ya está. Se cumplió. Pasada la goleada
en La Plata, Racing debía hacerse fuerte en Avellaneda para poner sobre
la mesa que sus ambiciones tenían argumentos y lo logró. Con la mezcla
exacta de contundencia y de oficio, con la sapiencia para castigar
cuando se pudo y para resistir cuando hizo falta, la Academia derrotó
por 2 a 0 a Vélez en el Cilindro y se sacó de encima la espina de no
poder festejar con su gente. Así, con compromiso y con convencimiento,
sumó otra vez de a tres y alcanzó la línea de los 22 puntos.
La sana costumbre de no salir a ver qué pasa. Con la intensidad como emblema, el equipo de Diego Cocca salió a la cancha con la intención de atrapar el protagonismo. Desde lo táctico, no hubo variantes en relación al triunfo frente a Estudiantes. Desde lo actitudinal, tampoco. Porque, ante un rival parado en el campo con un dibujo similar, el conjunto local se plantó lejos de Sebastián Saja a partir de una presión bastante alta y trató, cada vez que pudo interrumpir, de darle sentido preciso a la circulación. Pero la voluntad del anfitrión no fue solamente controlar a la visita. Para nada. Racing buscó siempre lastimar para generarle peligro a Sebastián Sosa. Con Marcos Acuña por derecha y con Adrián Centurión por izquierda, el desequilibrio por las bandas se transformó en una de las alternativas válidas para ir hacia adelante. Y, como si fuera poco, la sociedad de los delanteros transmitía sensación de riesgo en cada acción.
Tenía ritmo, mucho ritmo, el encuentro. Nadie se quedaba quieto y la pelota iba y venía. La primera ocasión propicia fue para los de celeste y blanco. Diego Milito recibió en un costado del área, fue en el uno contra uno ante su marcador y remató al primer poste. El balón salió al córner. Vélez respondió como para indicar su presencia en el campo. Lucas Pratto, su principal referencia ofensiva, conectó un centro atrás y su disparo se fue desviado justo cuando tenía destino de red. Sin embargo, era la Academia la que estaba mejor y lo plasmó rápidamente en el marcador. Antes del cuarto de hora. A los 11, tras un tiro de esquina en contra, Centurión despegó con una aceleración infernal y se escapó por la banda derecha. Con poco ángulo de remate, ya dentro del área, el mediocampista probó y, gracias a un efecto raro, la pelota se metió por encima del cuerpo del arquero.
Si hasta el gol podía haber alguna discusión acerca de quién merecía más, de ahí en más fue todo de Racing. Con dinámica para ahogar el circuito de tenencia ajeno, con velocidad para realizar las transiciones, con capacidad para producir en ataque, los locales insinuaron e insinuaron. Centurión, absolutamente decisivo con su diagonal de afuera hacia adentro, no consiguió terminar bien un par de jugadas que podrían haber significado el segundo tanto. Probablemente, la más nítida de todas fue un envío cruzado que Yonathan Cabral no resolvió con la eficacia necesaria. Pero iba a haber un nuevo desahogo antes del descanso. En un contragolpe fulminante, exactamente a los 41, Milito habilitó con un pase largo a Gustavo Bou y el punta, luego de un enganche inteligente, definió con fuerza al primer poste.
La circunstancia obligaba y José Flores cambió para intentar modificarle el rumbo a la tarde. Ramiro Cáseres ingresó para darle más peso en los metros finales a los suyos pero, pese a la nueva fórmula de nombres, el desarrollo no varió demasiado. Vélez quiso avanzar pero no supo cómo hacerlo de forma redituable y la Academia, muy ordenada atrás, con Luciano Lollo y Cabral como estandartes para resistir, no se desesperó. Con menos dinámica que en la etapa inicial, el duelo continuó por carriles que, aunque le quitaban brillo, parecían ofrecer garantías para que el resultado se mantuviera. Además, en las pocas jugadas en las que la visita generó riesgo, Saja apareció para transmitir seguridad.
Con el correr de los minutos, Racing fue perdiendo el manejo de la pelota y Cocca recurrió al banco de suplentes con la idea de revertir la tendencia: Nelson Acevedo, Gabriel Hauche y Facundo Castillón entraron por Acuña, por Bou y por Ezequiel Videla. En este escenario, Castillón se ubicó como mediocampista y apostó por ser una alternativa a la hora de golpear con espacios. Milito, siempre el más lúcido en lo conceptual, quedó como el encargado de aguantar la pelota para escaparle al ahogo. La fortuna también jugó para la Academia porque, algo después de la media hora, el palo derecho de Saja devolvió un disparo de Cabral.
Hasta el pitazo decisivo, no hubo sobresaltos. Racing esperó sin fisuras y se quedó con una sonrisa que anhelaba desde hacía rato. Así, apoyada en actuaciones colectivas sólidas y en rendimientos individuales destacados, la esperanza académica continúa creciendo. Aunque todavía falta mucho, eso es suficiente para animarse a soñar con estar en la pelea.
Fuente
Los Goles
La sana costumbre de no salir a ver qué pasa. Con la intensidad como emblema, el equipo de Diego Cocca salió a la cancha con la intención de atrapar el protagonismo. Desde lo táctico, no hubo variantes en relación al triunfo frente a Estudiantes. Desde lo actitudinal, tampoco. Porque, ante un rival parado en el campo con un dibujo similar, el conjunto local se plantó lejos de Sebastián Saja a partir de una presión bastante alta y trató, cada vez que pudo interrumpir, de darle sentido preciso a la circulación. Pero la voluntad del anfitrión no fue solamente controlar a la visita. Para nada. Racing buscó siempre lastimar para generarle peligro a Sebastián Sosa. Con Marcos Acuña por derecha y con Adrián Centurión por izquierda, el desequilibrio por las bandas se transformó en una de las alternativas válidas para ir hacia adelante. Y, como si fuera poco, la sociedad de los delanteros transmitía sensación de riesgo en cada acción.
Tenía ritmo, mucho ritmo, el encuentro. Nadie se quedaba quieto y la pelota iba y venía. La primera ocasión propicia fue para los de celeste y blanco. Diego Milito recibió en un costado del área, fue en el uno contra uno ante su marcador y remató al primer poste. El balón salió al córner. Vélez respondió como para indicar su presencia en el campo. Lucas Pratto, su principal referencia ofensiva, conectó un centro atrás y su disparo se fue desviado justo cuando tenía destino de red. Sin embargo, era la Academia la que estaba mejor y lo plasmó rápidamente en el marcador. Antes del cuarto de hora. A los 11, tras un tiro de esquina en contra, Centurión despegó con una aceleración infernal y se escapó por la banda derecha. Con poco ángulo de remate, ya dentro del área, el mediocampista probó y, gracias a un efecto raro, la pelota se metió por encima del cuerpo del arquero.
Si hasta el gol podía haber alguna discusión acerca de quién merecía más, de ahí en más fue todo de Racing. Con dinámica para ahogar el circuito de tenencia ajeno, con velocidad para realizar las transiciones, con capacidad para producir en ataque, los locales insinuaron e insinuaron. Centurión, absolutamente decisivo con su diagonal de afuera hacia adentro, no consiguió terminar bien un par de jugadas que podrían haber significado el segundo tanto. Probablemente, la más nítida de todas fue un envío cruzado que Yonathan Cabral no resolvió con la eficacia necesaria. Pero iba a haber un nuevo desahogo antes del descanso. En un contragolpe fulminante, exactamente a los 41, Milito habilitó con un pase largo a Gustavo Bou y el punta, luego de un enganche inteligente, definió con fuerza al primer poste.
La circunstancia obligaba y José Flores cambió para intentar modificarle el rumbo a la tarde. Ramiro Cáseres ingresó para darle más peso en los metros finales a los suyos pero, pese a la nueva fórmula de nombres, el desarrollo no varió demasiado. Vélez quiso avanzar pero no supo cómo hacerlo de forma redituable y la Academia, muy ordenada atrás, con Luciano Lollo y Cabral como estandartes para resistir, no se desesperó. Con menos dinámica que en la etapa inicial, el duelo continuó por carriles que, aunque le quitaban brillo, parecían ofrecer garantías para que el resultado se mantuviera. Además, en las pocas jugadas en las que la visita generó riesgo, Saja apareció para transmitir seguridad.
Con el correr de los minutos, Racing fue perdiendo el manejo de la pelota y Cocca recurrió al banco de suplentes con la idea de revertir la tendencia: Nelson Acevedo, Gabriel Hauche y Facundo Castillón entraron por Acuña, por Bou y por Ezequiel Videla. En este escenario, Castillón se ubicó como mediocampista y apostó por ser una alternativa a la hora de golpear con espacios. Milito, siempre el más lúcido en lo conceptual, quedó como el encargado de aguantar la pelota para escaparle al ahogo. La fortuna también jugó para la Academia porque, algo después de la media hora, el palo derecho de Saja devolvió un disparo de Cabral.
Hasta el pitazo decisivo, no hubo sobresaltos. Racing esperó sin fisuras y se quedó con una sonrisa que anhelaba desde hacía rato. Así, apoyada en actuaciones colectivas sólidas y en rendimientos individuales destacados, la esperanza académica continúa creciendo. Aunque todavía falta mucho, eso es suficiente para animarse a soñar con estar en la pelea.
Fuente
Los Goles
Comentarios
Publicar un comentario